Por Mamo
Aparece mi viejo con el auto, tiro la mochila en el asiento de atrás, me subo al del acompañante, lo abrazo y damos la vuelta al estacionamiento del aeropuerto. Sonaba Drexler en el auto.
.
Ni bien pegamos la vuelta...
¡Tomá!
.
Un tremendo arcoiris que, aunque no me crean, vino corriendo hasta nosotros, agachó su enorme joroba, me abrazó con el rojo y el amarillo, me dio la bienvenida y volvió dando brincos a sus fuentes de oro antes de que se las afane algún Antonini Wilson cualquiera.
.
Mi viejo y yo... consternados.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario